¿Y LA CONVIVENCIA, QUÉ?

Uno de los aspectos que más estamos poniendo a prueba durante esta etapa que nos está tocando vivir es la capacidad para convivir con las personas que nos rodean y esto se puede hacer desde el “disfrute” (¡qué bien que estoy con mi familia!) o desde la “batalla” (¿cuándo terminará todo esto?).

Para esto tenemos una serie de principios básicos que si los trabajamos bien, nos ayudan a conseguir que la convivencia sea más placentera y cordial en beneficio propio y del clima familiar.

El primero es trabajar desde el respeto. Respetar es tolerar, es venerar, es aceptar. Es clave el respeto a las personas con las que vivimos y respetar sus espacios y tiempos para hacer lo que a cada uno les apetezca. Respetar al otro es preguntarle cómo se siente hoy, qué puedo hacer por el otro, etc… y también hay una parte que no debemos olvidar, el respeto a uno mismo. Esto es, darse por ejemplo el permiso para sentirse triste si a uno le apetece es sano.

En segundo lugar, la confianza. Es la esperanza para que se desarrolle conforme a nuestras expectativas previas. Confiar en nuestro sistema sanitario, en nuestros científicos, en nuestros gobernantes, etc… y del mismo modo, en casa, con los que nos rodean, por ejemplo, otorgando funciones y responsabilidades a los más pequeños para realizar ciertas tareas que hasta ahora no habían hecho. También confiar en uno mismo para tomar decisiones durante esta etapa y durante la posterior reincorporación a nuestro “nuevo mundo”.

Por último, es clave también la flexibilidad. Es la capacidad del ser humano de adaptarse a todo lo que nos rodea, al entorno, a las circunstancias, al medio, etc… Evitar posturas intransigentes y actitudes poco cordiales en casa es clave para evitar situaciones de conflicto. Más diálogo, más comunicación, más sonrisa.

La convivencia no es más que la coexistencia pacífica y armoniosa de grupos humanos en un mismo espacio y cuando estamos “obligados” a ello, reacciones defendiéndonos como herramienta de protección son lícitas y naturales, sin menoscabo de poner nuestro granito de arena para que este confinamiento que estamos viviendo también sea compatible con ser feliz y disfrutar de la vida, que como sabéis, es un regalo.

Mis tres soportes para afrontar el confinamiento


Pensamientos: ¿Qué se nos pasa por la cabeza?

Los seres humanos somos realmente lo que pensamos, actuamos como somos y somos como actuamos, es por eso, que es de vital importancia hacia dónde dirigimos nuestros pensamientos y en qué ponemos el foco. Debemos pensar que estamos haciendo lo correcto, que estamos siendo responsables en nuestra área de influencia (no salir para evitar el contagio y/o contagiar al resto), ser solidario,… Nuestros pensamientos debemos sacarlos afuera, hay transmitirlos, compartirlos,… crear redes de comunicación es una buena práctica también en estos momentos. Pensemos a quién le haríamos sentir muy bien si les contactamos y hagámoslo.

Emociones: ¿Cómo nos sentimos?

Es momento de sacar nuestra mejor sonrisa, de ser amable con la gente que nos rodea, que disfrutemos de la convivencia de nuestros seres queridos, que tengamos paciencia, que demostremos ternura, etc… Aún así, y dicho todo esto, tenemos todo el derecho del mundo a tener un mal día y a darnos el permiso de sentirnos mal (si nos apetece). De la misma manera, ¿cómo vamos a respetar al otro?, ¿qué le vamos a decir al otro si se siente mal?, ¿cómo le podemos ayudar?,… Todo esto se entrena, es como el calentamiento previo a jugar un partido. Recuerda que no hay mejor improvisación que una buena preparación.

Comportamientos: ¿Qué vamos a hacer?

Es primordial la creación de hábitos y rutinas que nos hagan más fácil “el camino”. Para ello, en familia se pueden realizar “alianzas” de trabajo, nuestras reglas de cómo queremos jugar el partido, cómo queremos que sean nuestros días (obligaciones, ratos de ocio, etc…) y es también importante el discernir qué tareas y/o espacios vamos a tener en grupo (importante compartir las comidas) y cuáles en solitario. Aquellos que estéis con niños, es importante hacerles sentir bien, dándoles responsabilidad también a la hora de decidir a qué jugar (compartir juegos de mesa viene muy bien en esta situación), qué película/serie ver, etc… Los roles deben ser intercambiables en la unidad familiar para el crecimiento individual y de grupo.

Las etapas psicológicas del Covid-19

Cuando conocemos a qué nos enfrentamos perdemos un poco ese miedo a lo desconocido que en ocasiones nos atenaza. ¿Sabes cuáles son las fases por la que pasamos  desde un punto de vista mental con respecto al Covid-19? Aquí os dejo un pequeño esquema…